jueves, 12 de julio de 2012

Comparaciones


       Pobre Timoteo. Su mamá no lo deja en paz ni un solo instante. Quiere que se case y pronto, pues según dice, ella se morirá y no quiere dejarlo solo en este mundo desalmado. Ir a visitar a su madre, doña Pancracia, es un verdadero suplicio. No hace otra cosa que lamentarse porque en el pueblo no hay una sola muchacha que se enamore de su hijo, pero uno se pregunta ¿y quién puede quererlo? Es tan feo… tiene un cabello que parece una mata de espinillos y sus ojos son igualitos a los de un pescado moribundo.
       No es exageración, el otro día me crucé con él y al ver su boca no pude dejar de pensar en el buzón que acababan de poner en la esquina. Lo vi de perfil y me vino a la mente la frase de Juanita: ¡¡¡¡Timoteo tiene una nariz que parece la trompa de un oso hormiguero!!!! Amén de otros comentarios que suele hacerme, y que aunque el pobre muchacho me de mucha lástima, no dejo de coincidir con sus dichos bastantes acertados. Se lo ve flaco como un silbido del que cuelgan brazos que parecen bufandas al viento y que terminan en manos cuyas uñas lucen como garfios.
       En el pueblo se ríen de su forma de caminar, casi diría graciosa, con sus dos piernas arqueadas y sus  pies como patas de avestruz. La semana pasada alguien me preguntó qué podía decir de su aspecto en general y yo me quedé sin respuesta.
       Mientras volvía a mi casa pensé, y sí, tendría que haber respondido que se lo podía comparar con un rompecabezas armado por las manos torpes de un loco encaprichado.

                                                    
                                                                                            Chichita Martínez
                                                                                                         marzo de 2012

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