A mi padre, con quien me hubiese gustado
compartir mi amor por la
literatura
La casa de paredes añosas tiene el misterio de una residencia de
principios del siglo XX. La persona que me atiende parece de la familia. Me
conduce al estar y me pide que aguarde unos segundos. Agradezco la ocasión y
recorro con ojos ávidos todo lo que me rodea. Fotos de personas con sonrisas
luminosas, algunos cuadros. Reconozco el original de la portada de su primer
libro enmarcado en peltre. No están sus premios. No hay alarde de sus logros.
Espió la biblioteca; volúmenes cuidados de escritores de nuestro país y
extranjeros, obras clásicas y contemporáneas. Todo su universo literario. Están
allí: la pasión por la vida, el dolor de las ausencias, el romance oculto en un
ramo de lirios azulinos.
Se asoma a mi intrusión, una mujer de edad indefinida. Alegre en su
sonrisa pero nostálgica en su mirada. En un anaquel reposan sus obras, mezcladas
con los de otros tantos autores, hay renombrados, con los que compartió sus
inicios.
Comienza a hablar. Me cuenta detalles de su vida que contribuyeron a su
formación literaria. Me habla de su inmenso deseo de continuar en el camino de
las letras.
Pero cuando llega el momento de hablar de sus libros, de su historia y
gestación, parece una madre comentando las travesuras de sus hijos pequeños.
Cuando se refiere al primero, lo acoge con cariño en su regazo. Acuarelas de
pasión, relata entusiasmada, tiene el andar en sus primeros pininos en la palabra escrita. Luego de
una pausa sugestiva confiesa risueña, que no fue su obra inicial en la palabra
escrita. Un oscuro y casi perdido manuscrito, que llamó "libro" con
la ingenuidad de los doce años, es rescatado del olvido por su memoria
bulliciosa. Su título, Crimen en el tren, una novela escrita en un
cuaderno Rivadavia de tapas duras en conjunto con una compañera de séptimo
grado. Dato curioso si se piensa que ahora no la leemos en el género policial.
Participación breve, pero consistente, deja su impronta en Siete
conjuros contra el silencio. La poesía y la narrativa en conjunción
armónica y destellos de un estilo que perfeccionará con los años.
–– ¿Su mejor libro?–– dejo escapar como un intento de descubrir algún
nuevo proyecto.
La respuesta es hermética, tres palabras sellan mi extrema curiosidad
–– Es el próximo –– sueña en voz alta y se le llenan los ojos de
esperanza.
Sus novelas tienen como eje el amor, la pasión y el descubrimiento del
otro. Así se sucedieron, en el 2001: Cuatro estaciones para enamorarse, el
amor a través del tiempo, el amor con nombres y con distintos hallados en la
mirada del amado. En el 2005, La historia secreta de un amor público que
nos sitúa en Buenos Aires de principios del siglo XXI, en una sociedad que ha
perdido la confianza en los medios, a causa de la búsqueda insaciable de cierta
prensa amarillista que espía descaradamente en las vidas ajenas. Y el recorrido
sigue de la mano de Romances en la city porteña que desnuda los
intrincados laberintos de la seducción en las altas esferas del poder. Novela del 2010, que
inauguró una visión diferente de la idiosincrasia argentina.
Mientras relata los pormenores de su creación, descubre una personalidad
profunda y consciente de la realidad que les tocó vivir a las personas del año
2020, en un mundo de valores estereotipados y ausencia de moral. Una ventana
a la esperanza retoma el tema del romance, pero llevado al extremo, situado
entre el dolor y la muerte. Podemos palpitar la lucha de dos seres condenados a
perecer, que se debaten entre los miedos y la pasión de las postrimerías de la
tercera guerra mundial. Su obra de por sí vasta, no deja tópicos por recorrer.
El amor, la muerte, el amor después de la muerte, la lucha por ser feliz en
medio de una humanidad que ha perdido la esperanza. Las expectativas volcadas
en cada párrafo nutren al hombre común de una razón para vivir.
"–– Me gustaría que se me recuerde como a un soplo de exquisita
fragancia, como a una bocanada de aire puro en la nebulosa asfixiante de los
tiempos que nos tocan vivir".
Entrecierra los ojos como sumergiéndose en aguas inasibles. En ese mar
interior que nos permite navegar en la intimidad de su prosa y su poesía.
Interpreto que la frase deja las resonancias de un adiós. La veo retirarse
cargando sus años con dignidad, me subleva no poder saber más. ella lo
presiente.
Susurra mientras se aleja de mí:
––Todo está en mis obras, no tengo reservas para mi querido
lector.
Jazmine Russi
Para A.G.N –– Abril 2043
República Democrática Argentina