jueves, 22 de enero de 2015

Reportaje



A mi padre, con quien me hubiese gustado
compartir mi amor por la literatura

 
         Después de tantos años en la agencia, se me encomendó la misión de entrevistar a la escritora  Ángela  Xul. Espero hace tiempo esta oportunidad, tengo la pequeña esperanza de alcanzar a descifrar una de las personalidades más enigmáticas de la cultura argentina. Artista, solitaria en su vida privada, ecléctica en sus concepciones y prolífica en su obra. Me llevó meses lograr una cita. Me espera esta tarde en Belgrano.

La casa de paredes añosas tiene el misterio de una residencia de principios del siglo XX. La persona que me atiende parece de la familia. Me conduce al estar y me pide que aguarde unos segundos. Agradezco la ocasión y recorro con ojos ávidos todo lo que me rodea. Fotos de personas con sonrisas luminosas, algunos cuadros. Reconozco el original de la portada de su primer libro enmarcado en peltre. No están sus premios. No hay alarde de sus logros. Espió la biblioteca; volúmenes cuidados de escritores de nuestro país y extranjeros, obras clásicas y contemporáneas. Todo su universo literario. Están allí: la pasión por la vida, el dolor de las ausencias, el romance oculto en un ramo de lirios azulinos.

Se asoma a mi intrusión, una mujer de edad indefinida. Alegre en su sonrisa pero nostálgica en su mirada. En un anaquel reposan sus obras, mezcladas con los de otros tantos autores, hay renombrados, con los que compartió sus inicios.

Comienza a hablar. Me cuenta detalles de su vida que contribuyeron a su formación literaria. Me habla de su inmenso deseo de continuar en el camino de las letras.

Pero cuando llega el momento de hablar de sus libros, de su historia y gestación, parece una madre comentando las travesuras de sus hijos pequeños. Cuando se refiere al primero, lo acoge con cariño en su regazo. Acuarelas de pasión, relata entusiasmada, tiene el andar en sus primeros pininos en la palabra escrita. Luego de una pausa sugestiva confiesa risueña, que no fue su obra inicial en la palabra escrita. Un oscuro y casi perdido manuscrito, que llamó "libro" con la ingenuidad de los doce años, es rescatado del olvido por su memoria bulliciosa. Su título, Crimen en el tren, una novela escrita en un cuaderno Rivadavia de tapas duras en conjunto con una compañera de séptimo grado. Dato curioso si se piensa que ahora no la leemos en el género policial.

Participación breve, pero consistente, deja su impronta en Siete conjuros contra el silencio. La poesía y la narrativa en conjunción armónica y destellos de un estilo que perfeccionará con los años.

–– ¿Su mejor libro?–– dejo escapar como un intento de descubrir algún nuevo proyecto.

La respuesta es hermética, tres palabras sellan mi extrema curiosidad

–– Es el próximo –– sueña en voz alta y se le llenan los ojos de esperanza.

Sus novelas tienen como eje el amor, la pasión y el descubrimiento del otro. Así se sucedieron, en el 2001: Cuatro estaciones para enamorarse, el amor a través del tiempo, el amor con nombres y con distintos hallados en la mirada del amado. En el 2005, La historia secreta de un amor público que nos sitúa en Buenos Aires de principios del siglo XXI, en una sociedad que ha perdido la confianza en los medios, a causa de la búsqueda insaciable de cierta prensa amarillista que espía descaradamente en las vidas ajenas. Y el recorrido sigue de la mano de Romances en la city porteña que desnuda los intrincados laberintos de la seducción en las altas  esferas del poder. Novela del 2010, que inauguró una visión diferente de la idiosincrasia argentina.

Mientras relata los pormenores de su creación, descubre una personalidad profunda y consciente de la realidad que les tocó vivir a las personas del año 2020, en un mundo de valores estereotipados y ausencia de moral. Una ventana a la esperanza retoma el tema del romance, pero llevado al extremo, situado entre el dolor y la muerte. Podemos palpitar la lucha de dos seres condenados a perecer, que se debaten entre los miedos y la pasión de las postrimerías de la tercera guerra mundial. Su obra de por sí vasta, no deja tópicos por recorrer. El amor, la muerte, el amor después de la muerte, la lucha por ser feliz en medio de una humanidad que ha perdido la esperanza. Las expectativas volcadas en cada párrafo nutren al hombre común de una razón para vivir.

"–– Me gustaría que se me recuerde como a un soplo de exquisita fragancia, como a una bocanada de aire puro en la nebulosa asfixiante de los tiempos que nos tocan vivir".

Entrecierra los ojos como sumergiéndose en aguas inasibles. En ese mar interior que nos permite navegar en la intimidad de su prosa y su poesía. Interpreto que la frase deja las resonancias de un adiós. La veo retirarse cargando sus años con dignidad, me subleva no poder saber más. ella lo presiente.

Susurra mientras se aleja de mí:

––Todo está en mis obras, no tengo reservas para mi querido lector.

 

                                                                                                      Jazmine Russi
Para A.G.N –– Abril 2043
República Democrática Argentina

 
Del libro "Vientos de Otoño" Lourdes Massimino